Sekitumi

16 febrero, 2006

MI HÉROE


Qué momento cundo mamá me llevó, con seis añitos, a ver la peli de Batman al cine (la primera de Tim Burton, of course). La fascinación que sentí por dos horas me desvirgó el cerebro lo suficiente como para nunca olvidar el estado casi mágico en el que te sume la sala oscura. Batman es mi personaje de cómic favorito desde chinorri. La estética de la historia me subyugaba casi hasta la obsesión, era un universo mágico a partir de una visión hiperrealista, por raro que parezca. Ese primer contacto me lo otorgó el mago Burton, a partir del cual creció mi afición por unos volúmenes que actualmente me obligan (por su acumulación) a dormir en la bañera.
Como ya sabéis, Batman, es Bruce Wayne, hijo de una rica familia de médicos de la ciudad de Gotham (un cruce entre la estética de Chicago, Londres y la violencia de Los Ángeles). Una noche, al salir del cine con sus padres, un atracador asesina a sendos progenitores de nuestro héroe. El trauma ocasionado le llevará a jurar venganza e impartir justicia disfrazado de su propio miedo infantil: los murciélagos.
La preparación mental y física para tal desempeño supera los límites de lo racional, ya que estamos ante un personaje atormentado y roto psicológicamente. A lo radical del plantemiento del personaje le acompañan (desde la relectura suprema de Miller en El regreso del Señor de la Noche) una estética fiel reflejo del tormento del personaje, y que tan bien supo ver Burton. Es un héroe violento (las hostias que reparte son de espanto), sin vida privada, cegado por una obsesión que le impedirá volver a ser feliz. Sin embargo, esto contrasta con su férreo sentido de la justicia, de la indefensión de los débiles y la necesidad por cambiar las cosas (a su manera, claro). Batman no es el lacayo neo cristiano que pudiera ser Superman, su vocación no tiene que ver con poderes sobrenaturales, sino con una pasión tan humana como la venganza. A pesar de las interpretaciones que lo tachan de fascista, colabora con la policía y nunca mata (Burton reflejaba lo contrario). Sus pasiones son las propias de un personaje mitológico, dimensión conseguida gracias a unos inolvidables secundarios y a una galería de villanos que simbolizan las aristas de la psique humana. Ni Spiderman ni pollas: éste es el héroe más humano de todos, ya que sus poderes sólo nacen de la abnegación y el afán por construir un mundo a su medida.
Postdata: son de obligada lectura: El regreso del Señor de la Noche y Año Uno (ambos de Frank Miller), La broma asesina (si fuera un asesino, elegiría ser el Joker) y Arkham Asylum (el más directo en describir la paranoia posmoderna en la que vive el personaje).
Y si no tengo el carnet de conducir es porque el Batmóvil no se construye en serie. Un héroe con ese buga sólo puede ser el mejor.